En la Región
Cajamarca se producen y vende una gran variedad de tejidos artesanales de lana
de oveja, alpaca e hilos poliéster, pero estos tejidos son producidos por
personas que aman y difunden su cultura, y no solo con fines económicos. En tal
sentido, se utilizan diferentes herramientas como el telar, la callhua o «telar
a cintura», crochet, palillos, etc. Los principales productos son alfombras,
alforjas, ponchos, mantas, cojines, chalecos, bolsas, mochilas, monederos,
maletines, casacas, mantelería, frazadas, colchas, accesorios y otros. De estos
productos, las frazadas y ponchos se producen con el instrumento conocido como
callhua.
La callhua es un
instrumento de madera de 70 a 80 centímetros, utilizado para tejer tejidos hasta
de 7 metros de longitud, los mismo que,
por un lado, son sostenidos en la cintura de la tejedora por una siquicha y un
cungalpio, del otro lado, los
tejidos van atados por un cungalpio y un
pedazo soga a un poste bien posicionado. Las diferentes labores del tejido son
obtenidas gracias al manejo que hace la tejedora de unos instrumentos de madera
denominados illauas, las mismas que van unidas al tejido por hilos. Así mismo,
la callhua ha sido utilizado por mujeres de nuestra región desde sus inicios como
sociedad, tanto así que no es posible determinar donde y quienes fueron las
primeras mujeres cajamarquinas en utilizarla, pero se estima que es una
tradición que se tomó del pueblo Inca.
De otro lado, se
sabe que hasta hace unos 20 años atrás, casi toda la población del área rural
de nuestra región se dedicaba a producir tejidos con este instrumento,
producción en la que participaban todas las damas de la familia. Sin embargo,
en la actualidad, este tipo de trabajo ha disminuido en gran cantidad, por
diversas razones como la utilización otros instrumentos como el palillo,
crochet, telar, entre otros. Así mismo, el gran éxodo de señoritas de la zona
rural a la zona urbana, determina que cada año sean menos las mujeres que viven
en la zona rural y, por ende, hay menos posibilidades de producción. Sin
embargo, existen algunas provincias como San Miguel, San Pablo y Celendín donde
el uso de la callhua es todavía parte del trabajo y cultura de sus pobladores.